sábado, 25 de octubre de 2014

La idea de este espacio es que conozcamos a San Martín como un ser humano igual que nosotros, con aspiraciones, dolencias, preocupaciones, alegrías y decepciones, y que renovemos el espíritu sanmartiniano de manera que todas sus hazañas no queden en el olvido ni tampoco la entrega total y el apoyo incondicional que el pueblo mendocino tuvo con aquél hombre. Reconozcámonos como el pueblo que hizo posible la independencia y llenemos de honores y ratificaciones a los hombres mendocinos que lucharon por la causa de la patria.
Los invito a informarse y a opinar acerca de los temas que se plantean.
Con mucho cariño, Mayra Arévalo.


El capitan...mi capitan...los Andes.

Ensimismado en su silencio
no repara el gran capitán
en ventiscas ni nevadas.
No lo emocionan los viejos recuerdos
ni la evocación de glorias pasadas
no oye el grito del cóndor que lo llama.
No lo exalta el canto sin tiempo
del alma luminosa de la montaña
que entre picos y quebradas
acariciando esa proeza
pone luz en lo que besa
con el manto de la grandeza.
Y aunque el presente ya es gloria
mirando hacia delante
busca mas historia
esa vida soñadora.
Algo grande y encendido
en su corazón se agita...
y es que en todas sus fibras 
de patriota
la liberación de los pueblos
de América palpita
y la opresión del godo
su ansiedad irrita.
Mientras el cóndor grita
...y batiendo las alas, se mueve, saluda...
y sediento de gloria se excita...
...\\\"ahi va el grande anuncia\\\"...
y San Martin responde...
...\\\"ahi está mi gloria\\\"
Marchan los gauchos con coraje y denuedo
tras ese mesías sin cielo
que cual legendario y mítico profeta
guia a esos corazones
a la grandeza inmortal.
El venerado por los cóndores andinos
y elegido por el bronce y el mármol
de perfil aguileño
y de ojos de sombra
con lejanía de eternidades...
...¡Guiaba a esos hombres a la inmortalidad¡...
Sus ojos azabache
contemplarían muchos años despues
solitario, triste y desilusionado
con la sencillez de un grande
cuando su pluma de faisán
sobre papel de esparto
dibujaria las máximas
mas bellas que leyó la historia.
...Tenía el nombre de un santo...
...se lo llamo el santo de la espada...
...y de el se ha dicho...
¡PADRE NUESTRO QUE ESTAS EN EL BRONCE!


De Juan María (seudónimo)

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